Turno para la leyenda



Con una espectacular y sorprendente fiesta un emocionado Titín III pone punto y final a su carrera tras 22 años como profesional.
El mito iba de azul. Sirvió como capa para salir del frontón Adarraga. Levitó para quedarse en la memoria de todos los aficionados. 22 años para el recuerdo. En el Olimpo pelotazale le estaban esperando. Ya tenía su sitio reservado. Los pesimistas pensarán que ahora se abrirá el abismo. Los optimistas que llegarán otros. Pero los años se contarán ahora cual Jesucristo: Antes y después de Titín. "Me lo he pasado de diez", afirmaba el de Tricio. La fiesta estuvo a la altura de la figura. Ni con Beloki o Julián Retegi se había llegado tan lejos. Aspe tiró la casa por la ventana. Si se buscaba sorprender, lo consiguieron.

A sus 45 años dice adiós llenando hasta el palo de la bandera de los frontones. No ha habido pelotari más rentable para un empresario. 1.819, no es una efeméride. Son los partidos que ha jugados por Titin como profesional. 60 el años de su despedida. Números y estadísticas que asustan. Mito hasta para cuatro generaciones. En el prólogo de la novela corta "Pelotari", del prolífico periodista Marcelino Izquierdo Vozmediano, el caracolero hacía una brillante síntesis de lo que significa vestirse de blanco: "En la pelota hay éxito, sí, pero éste conlleva una responsabilidad (...), hay que saber que la pelota es tu vida y debes vivir de ello (...). Las lecciones vitales deben asimilarse no sólo en tu propio beneficio sino, también –y esto es tan importante como lo anterior–, para poder trasladarlos a los muchachos que comienzan a jugar a la pelota, que comienzan a vivir". Amén. No puede haber mejor legado condensado en unas palabras.

El público le recibió en pie, con aplausos al grito desatado: "¡¡¡¡Titín, Titín, Titín!!!". Un vídeo de ETB hizo de hilo conductor por su carrera. Volvía a erizarse el vello rememorando sus txapelas y sus derrotas. Jamás una derrota como la de 1997 en el Cuatro y Medio ante Julián Retegi ha tenido tanta vigencia. Considerada la mejor de la historia de la modalidad, el caracolero dispuso de un 17-21 para vencer. Tan solo un deportista de primer nivel podía rehacerse  de semejante golpe. Dejó Asegarce y se enroló en las filas de Aspe al año siguiente. Nadie podía creer que diez años más tarde iba a lograr la proeza de calarse la txapela en la 'jaula' ante Barriola. A los aficionados más veteranos se les escapaba alguna lágrima.
Era el preámbulo. Con el sentido discurso de Augusto las emociones se desataban. "Quiero dar las gracias, aunque me han puesto los focos y no los veo,  a mi familia, a mi mujer, Yolanda, a la que mando un beso, a mi madre, y al que falta...". Roto el pelotari quería continuar pero se trastabillaba. Acudía en su auxilio la grada con una cerrada ovación. Había que seguir y contener las lágrimas: "Falta mi padre, pero no falta porque lo tenemos en el corazón. Tenía siempre una sillita en el palco del Gobierno de La Rioja y siempre que bajaba estaba sentado en esa silla. Hoy también sé que está ahí...".

El Adarraga era una montaña rusa de emociones. Lo mismo se sonreía, lo mismo brillaban los ojos. La pequeña aldea riojana perdía a uno de sus estardartes pero quería acompañarlo hasta el final. Tantas tardes de gloria y tan bellos recuerdos merecían un majuestuoso epílogo. "Para vosotros es el homenaje y para vosotros son todos los partidos que he jugado. Me habéis tratado muy bien y me habéis demostrado vuestro cariño y apoyo. Estar en este frontón es increíble. Espero y deseo que sigáis queriendo y amando la pelota como lo habéis hecho hasta ahora. Hay futuro. Hay pelotaris riojanos que nos van a seguir dando espectáculo. Gracias a la pelota y gracias a vosotros", finalizaba su discurso Titín. La prolongación del éxtasis fue el partido. El triunfo se lo llevaron Irujo y Cecilio tras vencer por 22-18. El encuentro fue lo que quiso Irujo que fuera, pero solo por el tanto que supuso el empate a diecisiete merecía pagar la entrada. Así cual Curro Romero. Tras una intensa refriega con los azules defendiendo terminaba Titín con una majestuosa dejada al rincón. El Adarraga entraba en ebullición y enloquecía. Si querían ver la esencia del juego de Titín en su despedida, allí la tenían. Servida en bandeja de plata.

Terminaba el encuentro y durante dos minutos el Adarraga aplaudía rompiéndose las manos en una primera despedida de su mito. Se arrodillaba y besaba el suelo del frontón. Gloria eterna. No se podía pedir más. Atendía a los medios de comunicación y veinte minutos más tarde la cancha ya estaba repleta de aficionados esperando. Si ya se había dado una paliza con el partido le quedaba otra. Prisa no tenía y tarde no era. Entregado a su afición el caracolero agradecido se disponía a todo lo que le pedían: fotos, autógrafos, dedicatorias etc... Mientras en el lado opuesto, en el frontis su legado los niños del CEP Titín III jugaban a la pelota. El veneno ya lo tienen inyectado. Gracias Augusto. Hasta
siempre Titín III, la leyenda.

FUENTE: 21IGUALES

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